miércoles, 7 de febrero de 2007

Para verdades, el tiempo

“El sueño, autor de representaciones, en su teatro sobre
el viento armado, sombras suele vestir de bulto bello”.
Góngora

Buen poeta, joven, de rasgos agradables. Hasta dan ganas de comprar su libro. Hacía tanto tiempo que no sentía esta emoción y cuanta falta que me hacía. Tengo a mi Don Juan, es cierto, pero ahora me doy cuenta que me faltaba algo: “no sólo de carne vive la mujer”. Y este poeta va por buen camino, a pura palabra hizo llover sobre mojado. Hacía tanto tiempo que no sentía esa íntima inquietud, ese cosquilleo incitante, ese renacer de la vida que parece resumirse en el clítoris y sus latidos. Y todo pasa sin que medien caricias, sin un roce. Aunque mi Don Juan no es de roces, es bombeo puro y despiadado, ritmo sostenido y elocuente.

Me lo firma, por favor. Es simpático, no para de reír, hasta parece que tiene grabada la sonrisa en su rostro, pero no es fingida, es simple, auténtica y hasta ingenua. Y cuánta falta que me hacía la frescura. Mucha carne, mucho peso, necesito un poco más de levedad, de juego… ¿de amor? Ay, ya me entró la nostalgia. Apenas veintinueve, bueno ya me faltan días para cumplir los treinta, pero sigo en forma, me mantengo, como dicen, tengo las piernas y las nalgas firmes y en cuanto al busto no he tenido problemas, quizás por el tamaño: “la teta que en la mano te quepa”, reza el adagio español, nada de abundancias, nada de excesos, pequeñas, pero bien hechas.

Está bonita. Rostro atractivo, a secas, sin mayores comentarios, porque si seguís insistiendo en el análisis le puede salir el parecido a Asturias. Buen cuerpo, tampoco impresionante, como para detener el tráfico; mejor así, hay que pensar en clave artística y ya me critican mucho mi tendencia boteriana, así que un poco de mesura cae bien. Quizás hasta pueda ser calificada de flaca, pero con forma, nada de tendencias esqueléticas, como le gusta a mi amigo el poeta sin obra ni gracia, cuyas preferencias casi rondan la anorexia. Me resultó simpática, se mira inteligente, su conversación es fluida y me compró el libro (lástima que todo el billete vaya a parar en manos del editor, pero qué se le va a hacer, es lo malo de estas ediciones primerizas). Se lo dediqué con ganas y con imaginación: hasta creo que le gusto, me veía con insistencia y parecía…

No está mal, definitivamente no está mal. Tal vez si fuera más alto, y si dejara de reírse tanto. Hasta parece un tic nervioso. Pude observarlo mientras estaba con sus compañeros de mesa, antes de iniciar la presentación, y era lo mismo: sólo la risita como esculpida en la cara, eterna, casi hasta tonta, como tratando de agradar o de parecer gracioso a tiempo completo. Pero no, dejémoslo ahí, es dulce y punto, y es poeta. Tal vez, podría ser, bueno, mejor espero a conocerlo un poco mejor, pero lo cierto es que ya bastante tengo con las críticas de mi hermana Sonia, quien no para de darme lata con lo de mi Don Juan. Pero así es la vida y cada quien tiene su gracia. Y Don Juan la tiene, vaya que sí la tiene, al menos para mis gustos, al menos para agradarme, para satisfacerme, que al final es lo único que importa. Mejor ya no sigo con pensamientos inútiles y me voy acercando a mi poeta dulce, que ya lo veo con ganas de hablarme, pero como que no junta ganas (o valor)…así que mejor me voy acercando…

Y ahí viene la sicóloga, creo que la impresioné. Lástima que este Simón no se me despega. Y es que anda con su sed inagotable y cervecera y quiere que nos vayamos, qué joder, como si fuéramos siameses. Pero ya mi Julieta está cerca y no hay más remedio: putear a Simón, mandarlo a que platique con los otros poetas y quedarme hablando con mi chapina.

Bueno, ya estuvo todo. Ya tengo su e-mail (por cierto, de donde habrá sacado esa dirección tan rara, debe ser porque es poeta, si no, cómo se explica ese avidovate@gmail.com). No costó tanto, incluso lo noté un poco ansioso. Se mira que anda un poco sacado de onda, las palabras se le tropezaban en la boca y apenas pudo echarme un piropo medio cursi, pero intenté mi mejor sonrisa y se salvó la situación, es obvio que se sintió inteligente y hasta hombre de mundo en su primera conquista extra-fronteras. Mejor así.

Definitivamente que la sicóloga está impresionada. Hasta me repitió el verso aquel de “muerte no te sientas orgullosa” para referirse a mi poemario. Y cuando le eché el piropo sobre su “cuerpo de modelo” hasta se le salió la sonrisa de mujer fatal. Y es que después de la lectura, los aplausos, la firma de autógrafos y dos copas de vino me siento más confiado. Y creo que ella lo notó porque me miraba como queriendo adivinar lo que yo estaba pensando, seguramente intuía algo sensual, erótico, tal vez hasta pornográfico, pero como dijo Palacios: “lo que mi señor piensa sólo mi señor lo sabe”. Y yo soy así, hermético y misterioso como poeta maldito. Veo que la chapina ya se va, se acaba de despedir del editor y, desde la puerta, me envía una última sonrisa con aroma a pecado. Ahora sí quiero una cerveza, mejor busco al Simón que ya debe haber encontrado su fuente de abastecimiento. Aunque a veces me saque de quicio pues la verdad es que somos colegas y además paisanos en tierra extraña.

¡Ah mi poeta! Definitivamente ingenuo y hasta romántico, pero tiene su gracia ese aroma añejo, con aires de idilio decimonónico. Incluso, para qué negarlo, hasta me excitó un poquito su pose de caballero defensor del amor cortés. Bueno, tal vez me excitó bastante, al menos lo suficiente para que ahora aprete el acelerador hasta el fondo con la esperanza de llegar al café antes de la hora de cierre, con la esperanza de encontrar a mi Don Juan. Le pediré perdón, le diré que nunca más asistiré sola a un evento cultural. No mi chaparro, no mi King Kong de bolsillo, si no es que me apena que te vean a mi lado, es por la imagen del negocio…es más factible que alguien se decida a visitar un café cuando ha conocido a su dueña y ella le ha invitado y anda sola y parece que está disponible, que si la ven en compañía de un hombre. It’s only business mi Don Juan.

[“…es un cuadro caracterizado por una persistencia de la erección no acompañada del deseo sexual ni seguida de eyaculación. Pueden distinguirse dos tipos de priapismo: primario o idiopático y secundario. El primario, representa el 45 al 60% de los casos, desconociéndose por completo las causas responsables. Podría ser una erección que se prolonga en el tiempo a pesar de haber cesado el estímulo sexual.” Cesado el estímulo sexual, qué va, lo mío no está en los libros, lo mío es otra cosa. Menudo vía crucis: primero el doctor amigo del amigo que me “descubrió”, luego el paso a paso por los hospitales del estado, después la etapa intensiva de las clínicas particulares, sin contar el rosario de internistas y sexólogos, todos interesados “en-conocer-el-caso”, todos con la mejor intención de “ayudarme”, aunque en el fondo sólo acumulaban experiencias suficientes y documentadas para volverme un “caso”. Pérdida de individualidad, adiós a mi nombre, no más Armando, sólo existe el tema insólito en la literatura médica: el príapo inexplicable. Mejor sigo leyendo: “Entre las causas mecánicas que pueden provocar el priapismo se destacan los traumatismos del pene o pélvicos, infecciones como una prostatitis, tumores de vejiga, próstata o recto y trastornos de la coagulación”. Nada de nada, ni un golpe, ni un pelotazo inmisericorde mientras jugaba fútbol con los amigos del barrio, ni siquiera un accidente mínimo al subir la cremallera después de orinar, nada, ni siquiera una mínima infección, mucho menos la gonorrea de regla entre los que se estrenan con putas. Cientos, quizás miles de exámenes y nada: vejiga (excelente estado), próstata (parece la de un niño de 10 años, pese a que ya tengo 38), colon (en paz, gracias a una dieta rica en fibra). Y entonces, ¿deberé resignarme a mi esclavitud?…]

Mirá Simón, para mí la literatura es algo que te nace, que traés en los genes y tarde o temprano se manifiesta, pero si no tenés lecturas, si no te formás un acervo, te vas a quedar varado en la acera, segurito que no pasás de poeta pueblerino. Si, pero vos sabés que también hay algo con la muerte man, eh, eh, mirá cuántos grandes poetas se han suicidado, y hasta narradores, eh, eh, sólo para que te fijés, vos que sólo vivís renegando de la poesía, eh, eh, Hemingway se pegó un solo escopetazo. Sí Simón, pero como buen narrador hasta en eso demostró valor, tuvo la entereza de hacerlo sin lugar a ninguna duda, no como tu Panero que no junta cojones y ha caído en un círculo vicioso de intentos de suicidio y estancias en manicomios, eso no tiene ningún valor, eso más bien te degrada. Mirá man, eh, eh, yo creo que no has leído bien a Panero, eh, eh, tenés que leer a los simbolistas franceses para entenderlo…No Simón, no tengo necesidad de leerlo más porque ya su vida me mostró su esencia: si quiere suicidarse que compre una buena escopeta, después se mete el cañón en la boca y ya… se acabó todo y sus libros se van vender como pan caliente. Como podrás ver, es lo que te estaba diciendo, en esta vaina de la literatura la mejor tajada siempre es para el editor, si el libro no se vende pues lo “mercadea” en combo, tipo comida rápida, y si es bueno pues gana, y si por esas casualidades de la vida el poeta se suicida pues hizo el gran negocio de su vida, porque poeta y suicida es gancho irresistible para el lector masa, el-lector-amante-de-paulo-coelho, el que no tiene criterio, el que compra lo que el marketing le indica. Yo creo que vos no entendés man, eh, eh, deberías ver mi poema, el que aparece en mi octavo libro todavía inédito, eh, eh…Mirá Simón, yo sólo quiero ver a mi musa, sobre todo ahora, cuando parece que la ebriedad no me abandona…

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